Primero leí y aclaré las preguntas a las que el alumnado tenía que responder. Después dejé unos quince minutos para que éste pudiera reflexionar sobre las cuestiones planteadas y contestarlas. Finalmente, dediqué un tiempo para que el alumnado pusiera en común sus respuestas. En la realización de esta actividad se produjeron las siguientes situaciones curiosas.
- Al principio, el alumnado tenía cierto reparo en contestar con sinceridad cómo se prepara los exámenes por miedo a que me enfadara o le pusiera mala nota. Esto se debe a que el grupo es consciente de que sus hábitos son totalmente inadecuados ya que la mayoría no estudia el tema hasta la tarde anterior al examen, se pone a estudiar a horas muy tardías (a partir de las nueve de la noche), no comprueba si se sabe el tema, etc. El alumnado me preguntó varías veces si sus respuestas influirían en sus notas y si solamente las leería yo o se las enseñaría a sus familias. Una vez les aclaré que sus respuestas sólo iban a servir de reflexión sobre sus hábitos de estudio y que no recibirían ningún tipo de calificación por ellas, la mayoría del alumnado se quedó más tranquilo y se atrevió a contestar con sinceridad.
- Al poner en común la hora a la que empezaban a estudiar, les comenté que lo hacían demasiado tarde y que esto perjudicaba su estudio. Entonces los estudiantes se mostraron muy interesados en saber cuáles eran las horas más adecuadas para ponerse a estudiar y el porqué.
- Al comentar cómo comprueban si se saben el tema o no, muchos alumnos me preguntaron cómo lo hacía yo cuando estudiaba.
Durante el desarrollo de la actividad, pude proporcionar las siguientes orientaciones a petición del alumnado.
- Indicaciones sobre los mejores horarios para estudiar.
- Indicaciones sobre la forma de verificar que se saben el tema estudiado.
- Comentarios en cuanto a beneficios que reporta organizarse bien el estudio.
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